Tú que ahora estás leyendo ésto no esperes encontrar relatos de calidad, ni brillantes ni siquiera originales.Es mi rincón, el lugar donde dejo fluir mi imaginación, mis sentimientos y la tapadera que guarda mi esencia.Gracias por entrar en mi rincón, siempre serás bienvenido.

noviembre 10, 2010

AMANECE




5 de Junio de 1944
Omaha
Normandía

10.30h.
El mar sigue embravecido. La tormenta no amaina y sigue golpeando el acorazado haciéndolo bailar sobre las olas como barquito de papel. Seguimos en la bodega pertrechados con todo el equipamiento esperando órdenes.
Siento un nuevo vómito en la garganta. A pesar de llevar tres meses en este cascarón no me acostumbro a sus devaneos con el mar.

16,30h.
Apenas hemos comido. Parece que este duro océano recupera la calma poco a poco. La lluvia ahora es fina, renovadora. Ahora es mi corazón el que libra la batalla contra el miedo, contra el tiempo.
El Capitán Scanter ha dado la orden de alerta. Tenemos que estar preparados para entrar en combate en cualquier momento.

2.55h. del 6 de Junio
Nos acercamos a la costa. Parece que llega la hora. La marea baja deja al descubierto metros y metros de playa. Al fondo brillan metálicos reflejos. No es difícil suponer que son las baterías enemigas. No hay movimiento, no nos esperan e incluso se ven diseminadas varias fogatas.
Parece que hace mil años cuando una fogata parecidas a éstas, en mi playa, en casa, me permitían pintar de luz tu cuerpo, tu precioso cuerpo bañado de noche.
Ese recuerdo me mantiene cuerdo entre tanta locura. Anhelo volver a acariciar tu pelo, a rendir mis manos por el camino de tu piel a dejar de robarte besos y a que me los ofrezcas llenos de pasión y vacíos de miedo.
Miedo, sí, tengo miedo.
Existe una ley inquebrantable entre los soldados, una ley no escrita pero sagrada para todos.
Si por mal destino uno de nosotros cae en el frente su compañero entregará sus pertenencias a sus seres queridos. Por eso, amor mio, si estás leyendo ésto querrá decir que eres libre para construir tus sueños sin mi, sin dolor ni remordimientos, con la idea de que tú fuiste mi último pensamiento y éste mi último deseo.
Amanece en la playa., son instantes de nervios. Te dejo amor mio con la esperanza de...


En los días posteriores al desembarco, la durisisma batalla dejó la playa sembrada de cadáveres.
6000 soldados murieron en los inicios de la ofensiva que liberaría Francia.
Recogiendo victimas y recopilando material de guerra tropecé con este diario del que reproduzco sus últimas páginas. Ese fue su último amanecer en una playa francesa, lejos, muy lejos de casa de un soldado cualquiera.


2 comentarios:

  1. no se que decir...solo se me ocurre que eres una escritora maravillosa,,,,,y que me atribuyo este relato ,no por ser yo el autor sino por que es un capitulo de mi vida, gracias un beso.roberto

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    1. Ufff !. La que no sabe qué decir soy yo.
      Sólo se me ocurre decir GRACIAS por tu generosidad y por haberte cruzado en mi vida.
      Beso !

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