Tú que ahora estás leyendo ésto no esperes encontrar relatos de calidad, ni brillantes ni siquiera originales.Es mi rincón, el lugar donde dejo fluir mi imaginación, mis sentimientos y la tapadera que guarda mi esencia.Gracias por entrar en mi rincón, siempre serás bienvenido.

febrero 19, 2014

EL RUIDO DEL SILENCIO


El tiempo transcurrió despacio mientras caminaba.Parecía un tiempo cansado de tanto ir y venir. Se detuvo, sin saber bien por qué ni cómo, ante las verjas del viejo camposanto. Sus pasos se volvieron de plomo y cuando no pudo ni levantar un pie levantó la mirada bajo las cuencas vacías de la calavera que presidia la puerta de hierro. Clavó su mirada en el abismo que encerraba esa visión y

empezó a llorar.

Se sorprendió al notar el reguero tibio por sus mejillas. Ya no recordaba cuanto tiempo hacía ni cuando fue la última vez que lloró. Sintió una especie de liberación pero no por el llanto en sí, si no porque supo en aquel instante que, ahora y sólo ahora, descubriría la verdadera naturaleza de sus emociones y empezaría a enfrentarlas.

El sauce llorón que daba la bienvenida a los visitantes del cementerio y cobijo a sus moradores, sacudió sus ramas provocando un sonido mágico con sus hojas. Se sentó bajo su sombra, doblo las rodillas sobre su pecho y escuchó el silencio.
Escuchó su tormenta interna de ruidos, de furia autodestructiva sin motivos aparentes. Se sintió rebasada por su propia existencia.Escuchó con claridad las huellas de la ausencia, y por primera vez supo que el vacío, la nada, tenía un sonido dulce, casi hipnótico.


En aquel momento supo que debía tomar la determinación de desaparecer para el mundo que la conocía y que la había atrapado en un sin fin de hilos de seda hasta dejarla sin respiración. Se marcharía como migran las aves, sin avisar, sin equipaje. Volaría tan alto y tan lejos como sus fuerzas le permitiesen y no miraría atrás. Lo que dejaba era una parte de su vida, lo que ansiaba era su libertad.

Recorrió el camino de vuelta con pisadas livianas, no sin antes lanzarle un beso con la mano a la vieja calavera de hierro que ya no habría de ver más.





febrero 18, 2014

Anhelos

Sonreía al lavarse los dientes, con esa sonrisa floja y boba que se le queda a uno después de un buen orgasmo. ¿ Uno?, no, pensaba contando mentalmente. Tres,cuatro; que más daba.

  Deseaba volver a abrazarlo, sentir que sus fuertes latidos se convertían en un mantra para el sueño.  Anhelaba sus labios de una manera casi enfermiza. Quería besarlo mientras, todavía, pudiera tener los ojos abiertos. Necesitaba decirle con sus caricias y con sus susurros lo que las palabras nunca podrían llegar a expresar.

Se lavó, incluso se perfumó y volvió a la cama. Se metió bajo el edredón de plumas, ligero, y frio en ese momento. Frio. Palpó el otro lado de la cama esperando encontrar su delirio. Encontró vacio. Nada. Encontró una soledad que se reía al otro extremo. Una soledad cruel, dura, lacerante. Y sin embargo ella la miró de frente, cerró los ojos y se dejó mecer con la idea de mañana- Mañana volvería a sus brazos, a sus ojos, a sus labios. Mañana volvería a ser feliz en un mundo que solo les pertenecía a ellos. Mañana volverían a arañar minutos al tiempo. Mañana volverían a soñar el uno en brazos del otro aunque fuera en la distancia.
Y se durmió con esa sonrisa floja que se le queda a uno cuando es feliz.

febrero 12, 2014

Imposibles

La noche siempe se viste de imposibles.

Imposibles son tus ojos que miran otros que miran otros...

Imposibles son tus manos que se acercan como la marea al capricho de tu luna. Tan cerca de rozar mi piel que te llama a gritos, y tan lejos, atados al coltan que nos viste.

Tan lejos...

Imposibles son las palabras que guardo por no gritar, las que disfrazo en un carnaval que solo disfruto yo. Las que no se entienden porque nacen libres y dicen lo que les da la gana.

Imposible son las ideas que se atropellan esperando la noche para vaciar el cargador. Tienen tanta fuerza dentro como vacias suenan cuando logran liberarse.
Imposible es el deseo que te quema y que arde con la lágrima que no dejas desatar.
Imposibles los encuentros, los sueños que se rompen, tu boca, mi sombra en tu calle, mi azúcar en tu café...

La noche se viste de imposibles que tratas de desatar, provocando, sin querer, uno y otro y otro más.