Tú que ahora estás leyendo ésto no esperes encontrar relatos de calidad, ni brillantes ni siquiera originales.Es mi rincón, el lugar donde dejo fluir mi imaginación, mis sentimientos y la tapadera que guarda mi esencia.Gracias por entrar en mi rincón, siempre serás bienvenido.

marzo 22, 2014

LA NIEBLA

La niebla es caprichosa. Se eleva hacia las copas de los árboles sin dejarte ver el cielo o se instala a tus pies sin que puedas ver tus pasos.

Esa espesa manta blanquecina adormece casi todo lo que toca. A veces, bajo su peso, parece que el tiempo se dilata y se crea un instante eterno en el que se despeja tu mente.

Casi parece que la niebla que envuelve tus sentimientos, tus crisis y vacios  quiera unirse a la que se ha hecho fuerte en el exterior y entonces eres capaz de ver. Te diseccionas con la mayor de las asepsias y vas inventariando, clasificando, registrando y etiquetando dudas, miedos, deseos, inquietudes, desesperanzas... Crees que te han arrebatado la más intima de tu esperanza vital y te rebelas. Empiezas a dudar de todo y de todos, intentas confundirlo todo formando un gazpacho que ponga a prueba tus ideas preconcebidas, tus verdades incontestables como una burda burla a la eternidad. De todo ese rock and roll de estados de ánimo, de subidas al cielo y bajadas a tus infiernos sales siempre reforzada. Te reinventas, te sanas y te preparas de nuevo para que la vida siga produciéndote cortes y heridas que tendrás que volver a cicatrizar.

Ya conozco el camino de la niebla. La noto en los huesos, que van haciéndose sabios a fuerza de vida, y en el alma.  Y aunque siempre crees haber aprendido algo en el fondo sigues siendo la misma niña con carencias de pertenencia, de estima, de confianza, de protección. Lo único que ha cambiado es que ahora sabes que debes pararlas antes de que se conviertan en necesidad. Y que los deseos son lo único que podrían satisfacerlas.


marzo 16, 2014

El profesor III

capitulo III

Una vez leí:
"Una fantasía puede llegar a ser más poderosa y resistente que un ejército, pero la realidad resulta tan contundente como un huracán. "

El viaje en coche se hizo eterno. A penas fueron veinte minutos que se hicieron interminables. La  rubisima señorita Ruano, mi alumna, no paró de acariciarme el muslo, la entrepierna, y de llevar mi mano a la suya  y la suya hasta la cara interior de sus muslos, haciendo que la única que me quedaba libre tuviera que sujetar el volante, cambiar la marcha... Desde luego podría haber recuperado mi otra extremidad pero me gustaba sentir su humedad y su calor.  Varias veces pensé en tirar del freno de mano, parar en el arcen y enseñarle a esta aprendiz de Mata-Hari lo que sus caricias estaban provocando. La dureza estaba empezando a ser molesta. Entonces me di cuenta de que, sin pretenderlo por lo menos por mi parte, se había establecido una lucha de poder. No, esperaría hasta llegar a mi apartamento. Tendría que esforzarse más para hacerme perder el control. Veríamos quien cedía antes, quien se entregaba antes a quien.

La llevé de la mano hasta el fondo del ascensor. No hablamos, no hacía falta. Me acerqué a su boca sin dejar de mirar esos ojos casi hipnóticos. Movía con letitud planificada sus párpados, bajando la mirada a mis labios y luego a mis ojos, volviéndome loco de deseo. Entreabrió la boca exhalando un suspiro de pasión contenida. A punto de rozar ese cofre de futuros gemidos le di la vuelta contra la pared y me pegué a ella acariciándola sin urgencia desde debajo de sus brazos, por los costados, hasta las caderas. Mis manos asieron el bajo de su falda y lo subi hasta la cintura apoderándome de sus nalgas que masajeé con fuerza hundiendome entre ellas. Un acto reflejo le hizo abrir las piernas y aproveché para rasgar las medias.
- Lo siento preciosa, susurré frente al roto que acababa de provocar lamiendo sus ingles. Rozándola, sin profundizar, noté en mis labios su calor y su humedad.  Su única respuesta fue un gemido ronco.
El timbre del ascensor anunciaba mi planta. Ella se giró, bajó su falda, me tomó de la barbilla y a escasos centímetros me dijo:
- Profesor espero que ésto no sea todo lo que tenga para mi.

Al entrar al apartamento me di cuenta de lo precipitado de mi salida. Los cojines del sofá por el suelo, el vaso casi vacio de whisky seguía sobre la mesa baja el portatil, ya apagado, seguía abierto... Ella olió el vaso, se lo acercó a la boca y paseó la lengua por el borde.

- Cardhú. ¿Profesor, me pones una copa?

De mala gana fui a preparar un par de vasos con hielo y de paso conecté el compacto. Al instante el sileció se llenó de la sensualidad de Diana Krall. De regreso, una imagen me impactó hasta el punto de hacerme temblar las manos provocando el tintineo de los cubitos. La rubia, Laura, la Diosa de márfil, estaba completamente desnuda en mi sofá tapando su sexo con un cojin, marron chocolate, que todavía hacía resaltar más su nívea y perfecta piel.

Le ofrecí la copa y la rechazó moviendo sensualmente su cabeza. No bebo, dijo, si no es de tu boca. Tomé un sorbo, me acerqué a ella y la levanté de la cintura hasta sentarla sobre mi.  La besé como si no hubiera besado jamás a una mujer: con urgencia, con una incontrolable pasión que amenazaba con quemarme por dentro.
Ella gimió contra mi boca y me mordió la lengua con lascivia.Mi mano corrió libre por su plano vientre y se coló en su sexo. Mi dedo entraba y salía a un ritmo constante, aunque pronto fueron dos los dedos que la exploraban. Notaba el índice y el corazón cubiertos de ella, y eso me excitaba aún más.

Laura  apretó la mano que tenía libre (puesto que la otra seguía en mi nuca) contra mi erección, y la acarició con fuerza en movimientos ascendentes y descendentes. Yo estaba a punto de explotar.Y así transcurrieron un par de minutos más, hasta que de repente ella agarró lmi dureza con fuerza a través del pantalón, me mordió el labio inferior, y soltó el gemido más sexy que he oído en toda la vida.
Saqué mis dedos de su interior y  me llevé esos dos dedos a la boca delante suya, para saborearla.

- Vamos , pequeña, es hora de tu lección.

La llevé a mi habitación dejándola con mimo sobre mi cama. Me desnudé con calma, mirando como ella acariciaba su sexo y me decía con voz ronca que no podía esperar a aprender lo que yo quisiera enseñarle.

Lo que pasó luego ya podeis imaginarlo. Ella aprendió , o eso dijo, algunos secretos sobre buen sexo y yo, yo me dejé en aquella cama algo más que mi cuerpo satisfecho. Dejé que una bella mantis se comiera mi alma.