Tú que ahora estás leyendo ésto no esperes encontrar relatos de calidad, ni brillantes ni siquiera originales.Es mi rincón, el lugar donde dejo fluir mi imaginación, mis sentimientos y la tapadera que guarda mi esencia.Gracias por entrar en mi rincón, siempre serás bienvenido.

enero 12, 2016

La profundidad de la caída




Lo cierto es que me arrancaste la vida. Te la llevaste un buen día de
despedida, sin pestañear. Lo último que recuerdo son tus pasos en la calle,
tu espalda recta, el sol reflejándose en tus rizos y el fuego del ultimo beso en la mejilla.Luego, silencio. Un silencio atroz, cruel, un agujero negro que devora toda la luz , todo el oxigeno, que me asfixia.
Tengo que recordarme las palabras envenenadas, los desprecios milimetrados, jeringuillas de inyección letal que paralizan y no llegan a matar. Una crueldad natural en la que se basa tu autoestima, en la que tu ego se infla para sentirte mejor, el mejor, el dueño de la situación, el que decide.
Maldigo el día en que cruzamos las miradas. Maldigo el día en que probé tu tacto, tu piel cálida y suave. Maldigo el olor a tierra mojada de una tarde de verano, el olor del sexo saciado que ensancha los pulmones y te atrapa para no dejarte marchar nunca más. 

A tu paso, a los lados de tu camino, vas dejando marionetas con las crucetas rotas, sin hilos. Marcas un camino de autodestrucción cuya música es la madera podrida y pisoteada de tus fantoches. Reúnelas y quémalas, sólo así tu alma encontrará calor cuando el viaje termine.

Soy la responsable de asistir a una representación imperfecta del amor y de ver caer al títere, triste y ajado, que un día hizo piruetas pensándose feliz. Los hilos se han roto y estoy malherido. El escenario se nos hizo grande y se nos vino encima. En la escena final mi alma pedía a gritos que creyeras en mi pero el corazón, incapaz de una respuesta, también calló.
No intento perdonarte, primero debo perdonarme yo. No formaré parte de tu catedral de espantapájaros. Debo volver a la vida como antes de ti. No sé cuando me nacieron los hilos, no sé si los tejiste tú con tus juegos de seducción y tus mentiras, con tu perversa fragilidad fingida.Lo cierto es que me arrancaste la vida.

March Güeris
La profundidad de la caída