Tú que ahora estás leyendo ésto no esperes encontrar relatos de calidad, ni brillantes ni siquiera originales.Es mi rincón, el lugar donde dejo fluir mi imaginación, mis sentimientos y la tapadera que guarda mi esencia.Gracias por entrar en mi rincón, siempre serás bienvenido.

diciembre 23, 2010

SIN PERMISO

Así he titulado una "perla " de las que de vez en cuando acostumbra a escribir un buen amigo mio, eso sí con su permiso.



No, no necesito amarte para que tú me ames.
Mi corazón nunca ha estado preso, ni de las horas, ni de los avatares. Yo no me guío por lo que todos dicen, que no puede ser. Y pérdoname, pues yo no necesito tu permiso para amarte, pues a pesar de tu miedo, a pesar de lo que digan todos, de lo que nunca podrá ser, a pesar incluso de mí mismo, ¡cielo mío, yo te amo! 

Victor Hugo Flores.

diciembre 21, 2010

RESISTENCIA


Templado mediodía de Octubre de no importa el año. Todos se parecen y se suceden como clonados. La ciudad está llena de buitres leonados en busca de carroña. Se desplazan en automóvil, todavía no vuelan pero todo se andará. Ya hace frio pero el sol, a estas horas, calienta viejos huesos y hasta entibia corazones que a latidos forzosos van envejeciendo enfriándose, enfriándose.

Nadie sonríe, no hay niños a medio día en la ciudad. Están escondidos en las fábricas de talentos o fracasos protegidos o, quien sabe, a merced de la Máquina que una vez convenientemente adiestrados y anestesiados los devorará. Son fábricas de programación no de pensamiento.

 Respiro su aliento fétido y corro a esconderme como casi todos en las profundidades de la tierra para ser engullida por el gusano que la atraviesa.
Voy a ser su alimento durante cuarenta y cinco minutos y luego me defecará  un poco más cansada, un poco más gastada. Parece que sonríe mientras me alejo de él con pasos sordos, sabedor de que mañana volverá a nutrirse nuevamente de mí. Me siento vampirizada y aun así volveré irremediablemente, día a día.

Nadie conoce a nadie. Todos huyen a refugiarse en sus pírricas y estrechas cuevas hechas de aluminio, pladur  y metacrilatos. Nadie es nadie dentro del gusano, ni en las calles, ni en las plazas. Nadie es nadie hasta que llegan a casa, tu Shangrilá. Abres la puerta y lo familiar, lo cotidiano, lo que te hace diferente te viste de ti en un instante.

Recobras el sentido de lo particular y hasta te crees que dejas de ser carroña. Lo curioso es que esos “nadies” con los que te cruzas a diario hacen exactamente lo mismo que tu, abrir la ventana electrónica para sentirse más humano. Hablar, compartir y hasta reír con otros que como tú sueltan a teclazos la soledad, el hastío, decepciones, amoríos… no hay límites a la realidad. La realidad no existe. ¿Qué es lo real y lo virtual?
¿Son menos reales las confidencias, las palabras, las risas enlatadas en códigos binarios que las que, con suerte, se reparten a cuentagotas en las oficinas, fábricas o escuelas? ¿Quién es el real, el yo que pelea entre perros rabiosos de éxito, dinero o pura supervivencia o el que se deja el alma en su pequeño mundo de coltán?

Y sin embargo nos empeñamos en decir que nada de lo que es virtual existe, nada es lo importante que todo es pura intoxicación.
La intoxicación es la lucha diaria por resistir a la vida por seguir vivo un día más.

diciembre 15, 2010

OJOS

Ya están ahí de nuevo. Esos ojos...
Siento hormigas en el estómago al mirarlos y no mariposas. Me detengo en su mirada y veo sueños y el reloj que corre;
veo culpa y rebeldía; veo secretos y medias verdades, la locura y la camisa de fuerza que la controla.

Tanto veo en esos ojos que cuando miro el rostro que los lleva apenas lo reconozco y debería.

Lleva conmigo toda la vida.

diciembre 12, 2010

UN IMPULSO


Sintió un escalofrío al oír hablar a aquellos hombres. Uno de ellos llevaba la voz cantante.
Hablaban de robar algo pero no alcanzó a escuchar el qué. Oyó como les decía que por cada uno que consiguieran cobrarían siete libras.
¡ Siete libras!. Eso bastaría para mantener a su familia durante dos meses, y para comprar la medicina que le salvaría la vida a su pequeño John.

No sabía qué hacer para acercarse a aquellos hombres, cómo podría él presentarse ante ellos para saber qué pretendían y poder participar. Lo único que había hecho durante toda su vida era partirse la espalda cargando y descargando en el muelle.
Nunca se le pasó por la cabeza convertirse en un bandido pero si eso era lo que sacaría adelante a su pequeña familia, estaba dispuesto a arriesgar e intentarlo.
Miró su bolsillo, le quedaban treinta chelines de los treinta y cinco que había cobrado hoy. El salario de toda una semana de trabajo.
Pensó que invertiría una parte en invitar a aquellos hombres a una ronda. Esperaba que la maniobra le resultara bien. El tabernero les sirvió. El que parecía el jefe le miró y su media sonrisa le heló la sangre. No podía sentir miedo, ahora no.

Uno de sus secuaces colocó otra silla y le hizo una seña para que se acercara hasta su mesa.
-      Gracias, dijo sentándose. Ésta noche no me apetecía beber solo.
Viendo que no continuaban con su conversación y sintiéndose un poco frustrado, decidió dar un paso mas. No lo pensó, los impulsos siempre dirigían su vida.
-   Perdone señor, dijo, no he podido evitar oír su conversación. Verá, necesito dinero y estoy dispuesto a hacer lo que sea.
-   ¿ Cómo se atreve?, dijo uno de los acompañantes.
-   Silencio, contestó el jefe.
Sus ojos parecían rocas de hielo, su brillo podría congelar el infierno.

-      ¿ Quieres participar y no tienes ni idea de lo que vamos a hacer?
-      No importa, mi situación es desesperada.
-      Está bien. Esta noche, a las doce y media en el Cementerio de la cuidad. Te voy a contar de qué se trata. Tenemos que robar tres cadáveres. Por cada uno de ellos nos darán siete libras.
Siete son para mi, cinco para cada uno de mis hombres y los otros cuatro para ti. ¿ Serás capaz?
-      Pero jefe, espetó con violencia otro de los hombres.
-      He dicho que a callar. ¿ Aceptas?. No se hable más. A media noche en la tapia del cementerio, no llegues tarde. Y ahora márchate, tengo que hablar con mis hombres, tú ya sabes todo lo que tienes que saber.


Se marchó. Sus pasos eran pesados, las piernas no le respondían. Pensaba ¡ cuatro libras !, me he convertido en un ladrón de cuerpos.
Mientras tanto, en la taberna, los hombres protestaban y le pedían una explicación al jefe.

-   -    ¡Callar malditos estúpidos! No tenéis ni idea. El Doctor Nooss paga bien los cadáveres frescos. Paga quince libras por un cadáver reciente. Ese desgraciado nos servirá las quince libras en bandeja. Esta noche no tendréis que cavar.