Tú que ahora estás leyendo ésto no esperes encontrar relatos de calidad, ni brillantes ni siquiera originales.Es mi rincón, el lugar donde dejo fluir mi imaginación, mis sentimientos y la tapadera que guarda mi esencia.Gracias por entrar en mi rincón, siempre serás bienvenido.

junio 03, 2014

EXORCISMOS

El día se colaba entre las tabillas de la persiana sin permiso. El sol se empeñaba en hacer visible el caos de la habitación, dibujándola poco a poco. Primero revelaba el polvo en suspensión, brillante e ingrávido; luego la esquina donde el perchero, atestado, protestaba por la luz proyectando su sombra al otro lado del dormitorio; luego parte del techo descubriendo una lámpara de brazos de bronce y lágrimas de cristal atrapadas entre telarañas... La casualidad, o no, quería que una de las sombras proyectadas por algo colgado en ese perchero pareciera una flecha que señalaba, con precisión de mapa de tesoro, la mesilla de noche: Una colt 45, un paquete de tabaco escuálido,  un vaso con restos de un liquido amarillo y brillante y una caja de preservativos talla XL fosforescente.

 Abrió los ojos con dificultad maldiciendo entre dientes. Le dolían hasta las pestañas. Quiso recordar y un millón de gritos resonaron en su cabeza. Cada uno de ellos intentaba decirle algo : una rubia, sueca, un armenio grande como un armario, un bareto de mala muerte amenizado con jazz en lata...

La tarde anterior había sido agotadora. La gente y sus problemas acababan siempre por aturdirlo y llevarlo a un estado cercano a la irritación que solo lograba calmar con un buen trago. Se encaminó , como de costumbre, a un local donde paraban taxistas, putas, poetas en crisis, y gente de baja estofa sin ganas de líos. Nadie preguntaba nada, nadie se sorprendía por nada, y casi todo estaba permitido.

Se sentó en la mesa más escondida,apenas bañada por la luz de una bombilla media muerta de tiempo, y como siempre, pidió un vaso de whisky. El dueño del local, un viejo cojo y tatuado de pies a cabeza, le trajo, como siempre, una botella.

Se perdió en pensamientos absurdos mientras dejaba que el alcohol y el jazz se metieran en sus venas consolándolo. Tocó varias veces el arma que llevaba en el bolsillo del abrigo. No sabía por qué le había pedido a uno de sus "clientes" que se lo proporcionara. Lo que sí sabía es que tocarlo le causaba la sensación de ser él, por una vez, quien tenía el control de su vida.

Al rato, casi media botella después, entraron ruidosamente una rubia y un gigante. El tipo la empujaba diciéndole en un español chirriante que dejara de gimotear y moviera el culo.
 Otro chulo y su victima, pensó. No intervendré, pensó. Y sin embargo se puso por medio e invitó a la chica a que se sentara con él.

El gigante le hizo una seña con los ojos, sonrió de medio lado y desapareció a la otra esquina del bar.

La rubia le dio las gracias. Bebió de su vaso un buen trago y le miró paseando la lengua por sus labios de forma provocativa.

No se inmutó. Llenó el vaso de nuevo y la miró intentando dejar su profesión a un lado. Si la miraba así ella empezaría a abrirle su corazón. Siempre lo hacían. Por un momento bajó la coraza y quiso ver el alma y no el cuerpo. Ella se dio cuenta y empezó a hablar

- Gracias. Ese bruto me trata a patadas. Nunca tiene suficiente. Me mato a trabajar para él y luego...

- Cállate. No me interesan tus problemas. Si quieres follar follemos pero por favor no me cuentes tu vida. Una vida más y me volaré la tapa de los sesos con ésto.
Sacó el arma del bolsillo y la puso encima de la mesa. Ella dio un respingo hacia atrás en la silla y se quedó helada. No sabía qué hacer.

Guardó de nuevo el revolver incorporándose un poco . Ella aprovechó para atrapar su boca y susurrarle

- ven, yo te escucharé a ti. Háblame con tus manos, con tu cuerpo.

Se levantó, le agarró de la solapa del abrigo con una mano y con la otra cogió una botella nueva que el cojo ya había dejado sobre la barra junto a una llave.

Dejó de pensar y se dejó arrastrar. Qué importaba si antes se llevaba consigo el sabor y el olor de aquella mujer. Una diosa rubia de piel suave...

Subieron unas estrechas escaleras encima del bar y una habitación destartalada con una cama de cabezal metálico los recibió.
Se dejó caer y la dejó hacer.

Su ropa desapareció en un instante y ella empezó a desnudarse lentamente para él. Las tablas del suelo y su pésima unión dejaban pasar la luz tenue y la música amortiguada. El alcohol hizo que la visión de aquel cuerpo desnudándose al ritmo lento y sensual del jazz le excitaran.

Ella se aproximó despacio, retándolo con una mirada de miel liquida y caliente y se postró de rodillas ante él. Su pene la señalaba y dulcemente lo asió y se lo metió en la boca saboreándolo.

- No, de rodillas no. Ven a la cama.

Ella obedeció sin dejar de acariciarlo. La colocó apoyando la espalda sobre el colchón y le abrió las piernas.
Sus manos recorrieron sus piernas  poco a poco hasta llegar a la entrepierna.
No tardó  mucho tiempo cuando su lengua ya estaba tocando su  interior, la  humedad era suficiente para ser penetrada pero su lengua era tan ágil que no daba espacio para algo más... pronto comenzó a meter sus dedos en la  vagina, sus movimientos la  volvieron loca. Luego uso las dos cosas a la vez hasta beber el precioso liquido que emanaba de ese cáliz.

Su pene, grande, duro y húmedo estaba más que preparado para ella. Se estiró sobre ella buscando la penetración pero ella le puso las manos en el pecho frenándolo.

- Espera, ahora me toca a mi.

Lo introdujo entero en su boca apretando la dureza con sus labios. Entró una y otra vez hasta el fondo de su garganta, caliente y prieta arrancándole mil gemidos, llevándolo casi al limite.

Dejó de lamer, se colocó sobre él y  ajustando todo el volumen en su interior empezó a cabalgarlo.
Sus manos tomaron los senos acariciando primero y estrujando después.Lamió los pezones,chupando, como si la vida dependiera de ello. La taladraba desesperadamente. Ella se paró por un momento, detuvo su respiración y un grito le rasgó la garganta.Notó como un liquido caliente le mojaba y atrapó su boca quedándose su alma, enredando sus gemidos con la lengua, en un baile tan antiguo como verdadero.

Se dejó caer sobre su pecho unos segundos, recuperando el aire que había escapado de sus pulmones. Cada inspiración hacía que él se moviera de nuevo dentro de ella. No podía mirarla a los ojos, no debería estar ahí pero ya era tarde para arrepentirse. Le dio la vuelta y a cuatro patas la penetró de nuevo golpeándole las nalgas, agarrándola de las caderas hasta sentir que estaba unida a él.


Recordó todo eso y la memoria ,a partir de ahí, se hizo confusa. Recuerda brazos, piernas, lenguas, fluidos y gemidos que se prolongaron hasta bien entrada la madrugada.Recuerda una forma fosforescente que aparecía y desaparecía con cada embestida de su cuerpo.. Luego nada..



Las campanas de la iglesia acabaron por despertar sus sentidos. Las sentía como martillos eléctricos en su cabeza.Se levantó de un salto: las campanas, pensó.

Empezó a reunir su ropa y a vestirse todo lo rápido que podía. Ropa interior, pantalones, camisa y por último el " cuello romano". Un sacerdote no podía oficiar misa sin alzacuellos.

Miró hacia atrás desde la puerta y vio la colt sobre la mesilla. Luego vendré a buscarla, se dijo. A ella y con suerte a la diosa que le exorcizó.

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