Hizo
desaparecer todos los espejos de su casa. No le gustaba su reflejo. Se
sentía como un bizcocho enorme horneado en un molde pequeño, desbordado.
Algunas veces cuando al pasar por algún establecimiento moderno ,de
esos que reflejan el exterior y no el interior, le parecía ver a alguien
metido en un traje humano de gomaespuma. Para nada identificaba su
propia imagen. Una gran cebolla de mil capas, una matrioska inmensa
En algún lugar, dentro de alguna de esas muñecas huecas, estaba ella. Una pequeña figura maciza, extraordinaria, hermosa e invisible.
Su cuerpo le era tan ajeno que había empezado a hablarle como si de una débil y vieja amiga se tratara. Le reprochaba todo lo que por su culpa se le negaba. Le reprochaba que se escondiera detrás de una pantalla, detrás de un sentido del humor demasiadas veces patético, de un esforzado intelectualismo y de mil cosas más. Esa pequeña figura maciza se estaba convirtiendo cada vez más pequeña y más cruel con su envoltorio.
Cualquier día nadie encontraría nada en la última muñeca hueca
En algún lugar, dentro de alguna de esas muñecas huecas, estaba ella. Una pequeña figura maciza, extraordinaria, hermosa e invisible.
Su cuerpo le era tan ajeno que había empezado a hablarle como si de una débil y vieja amiga se tratara. Le reprochaba todo lo que por su culpa se le negaba. Le reprochaba que se escondiera detrás de una pantalla, detrás de un sentido del humor demasiadas veces patético, de un esforzado intelectualismo y de mil cosas más. Esa pequeña figura maciza se estaba convirtiendo cada vez más pequeña y más cruel con su envoltorio.
Cualquier día nadie encontraría nada en la última muñeca hueca
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