Esta tarde tengo visita.
No es que tenga las puertas abiertas para ella pero ella siempre sabe como entrar. Se cuela sin hacer ruido y se coloca a mi espalada mientras trabajo, o me susurra ,con su aliento gélido, palabras que no quiero escuchar.
No es que tenga las puertas abiertas para ella pero ella siempre sabe como entrar. Se cuela sin hacer ruido y se coloca a mi espalada mientras trabajo, o me susurra ,con su aliento gélido, palabras que no quiero escuchar.
Intento que se vaya de mi hombro echándole el humo de mi cigarrillo pero ella tose, y se queda. Sigue mirándome, me observa. Roza mi piel y un escalofrío me sacude hasta hacer que los ojos me brillen de agua.
Es impertinente, descarada e inoportuna. Es indiferente, impasible, porfiada y paciente. No tiene prisa y sabe que al final dejaré lo que esté haciendo para mirarla a la cara y dejar que escarbe dentro de mi hasta que sacie su apetito voraz.
A veces la visita es corta, casi fugaz. Otras parece que llega para instalarse como un amigo incómodo, sin fecha de partida, perturbando mi apacible y dulce rutina.
Voy a ver qué quiere esta vez.
- Dime, tristeza , ¿ qué puedo hacer por ti ?