Abro por un instante el cofre herrumbroso de los agravios.
De vez en cuando lo aireo y dejo escapar alguno,girando la cabeza, sin que el olor me roce.
De vez en cuando lo aireo y dejo escapar alguno,girando la cabeza, sin que el olor me roce.
Aligero el peso del cofre, pronto no quedará ni el oxido de tus palabras, ni el líquido viscoso de tus mentiras, ni la podredumbre de tus falsos halagos...
No creas que ganaste. No he perdido las ganas de vivir, ni las de soñar ni las de compartir lo que yo sé que soy.
Sentí el calor de tu infierno en las puntas de los dedos de mis pies y no me dejé caer. Arrastra tu miseria vestida de brillantes luces,tienta con tu música infame otras almas negras como la tuya.
Nunca estuviste tan cerca de la luz y tu cobardía la apagó.
Sigue vagando en tus vacíos. Llénalos de bagatelas que son al fin tu alimento.
Y por favor no vuelvas...mi puerta, igual que mi corazón, ya no son para ti.
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