No quiero quedarme a solas conmigo misma. No quiero oir mis pensamientos. Odio la noche y sus silencios porque es en ellos que mis gritos interiores me ensordecen y atormentan.
Ya no te extraño. No extraño ni el vacio que provocas ni el suspiro alimentado por tu boca. Ya no añoro tu dulzura artificial, sacarina de mis carencias; ni siquiera tu prodigiosa estrategia tejida de letras que un día atraparon mi atención, mi corazón y hasta mis metas.
Ya no extraño el tiempo que usas ni el que desperdicias. Todo eso quedó atrás marchito de desidia y abandono porque no hay nada peor que dar y que el que lo reciba lo entierre en un pozo, oscuro y frío lleno de lo ordinario, convencional, habitual,frecuente, corriente; despreciándolo y amancebándolo con su rutina.
Ya no te quiero tus "algos", moléculas de tu yo más público. Te quiero a ti pero ni tú sabes donde encontrarte. Te perdiste en alguna sima, entre las piernas de una Perséfone , dulce doncella que se quedó tu alma como prenda.
No quiero oir mis pensamientos, no me llevan a ningún lugar.
Hace frío, los árboles se agitan, bailan las notas del viento que limpia la noche.
Abajo en el salón siguen los músicos arrancando notas. En algún rincón alguna joven doncella debe estar perdiendo su honra en brazos de un caballero que no lo es.
Me dejaré llevar por los dulces sonidos y dormiré. Quiero dormir, sólo dormir...