Pedía tan poco que nada tuvo.
Necesitaba compartir un sueño. A ratos, en forma de palabras,
como beso robado al tiempo o mano extendida o abrazo mudo…
Necesitaba una mirada cómplice, un secreto pequeñito en un mundo difícil, un “ te extraño”, o un “ me muero por morderte la boca”…
Una pasión a ratos, un pensamiento perpetuo, una idea simple, redonda, perfecta:
Inventar un horizonte en el que solo cupieran dos. Que sus almas se tocaran …
Tan poco era que quizá no supo hacer que entendiera o quizá, quién sabe,
se equivocó y pedía tanto que él no pudo más que rozar ese sueño, acariciarlo por instantes tan cortos, tan efímeros que se diluyeron en la nada
Necesitaba compartir un sueño. A ratos, en forma de palabras,
como beso robado al tiempo o mano extendida o abrazo mudo…
Necesitaba una mirada cómplice, un secreto pequeñito en un mundo difícil, un “ te extraño”, o un “ me muero por morderte la boca”…
Una pasión a ratos, un pensamiento perpetuo, una idea simple, redonda, perfecta:
Nosotros.
Inventar un horizonte en el que solo cupieran dos. Que sus almas se tocaran …
Tan poco era que quizá no supo hacer que entendiera o quizá, quién sabe,
se equivocó y pedía tanto que él no pudo más que rozar ese sueño, acariciarlo por instantes tan cortos, tan efímeros que se diluyeron en la nada
Imagen: Óleo Francine Van Hove